sábado, 8 de enero de 2011

En todas partes se cuecen habas... pero con fuegos diversos


Están en todos lados aunque uno voltee los ojos para otro sitio. En el primer y en el tercer mundo, sólo que en aquel su presencia no es avasallante y está ligado al mal manejo de la inmigración o la ausencia de políticas sociales para los sectores empobrecidos, mientras que por estos mundos tercerísimos, hay cualquier variedad y estilo. Según el país y la ciudad pueden parecer grandes o pequeños racimos de uvas - Río de Janeiro, Sao Paulo, México, Caracas, Lima, Medellín, son ejemplos de su presencia,  especialmente en las zonas marginales, mercados y cascos centrales. Asustan cuando andan en bandadas pero todos, gobernantes o gobernados, cerramos los ojos. Con pena, dolor o indiferencia, pero los cerramos...
El tema de los niños marginados, huelepegas,abandonados, desplazados, asesinos, y asesinados,maltratados, endurecidos huérfanos, guerrilleros, buscaminas, sodomizados -¡Dios y los que falta por nombrar en todas las variantes del horror generado por los adultos!- puede ser abordado por el cine con torpeza o con gran dignidad.
En el último caso, puede estar acompañado con un sentimentalismo marca hollywood y en otras, los sentimientos pueden aflorar de la misma manera que suele ocurrir en la vida: con la intensidad de quien vive intentando entender el mundo o la indiferencia del que no se da por aludido. 
Nabil Ayouch es marroquí parisino. Esto significa muchas cosas que no abordaré ahora. Sólo diré que en el 2003 tuvo un atajaperros en Marruecos pues su película, "Un minuto menos de sol" fue prohibida por aparecer una escena de sexo. No importó que el tema fuera aprobado por todos, el narcotráfico en el norte de dicho país, ni que hubiese sido financiada por entes marroquíes. Los integristas reclamaron devolución del subsidio y prohibición de la exhibición. Alì Zaoua, príncipe de Casablanca" , producida en el 2000, en cambio, había pasado el "examen" a pesar de la dureza de algunos diálogos en boca de los niños. 
Tranqui, tranqui, que no contaré el argumento (pavosísimo,  hacer eso). Sólo diré que nos deja impactados, por apelar en medio de la dureza de la realidad, a la belleza que sólo pueden entregar los sueños de Alí y los de sus tres amigos para enterrarlo. Dureza que que incluye los rostros de los chicos, que hacen sospechar procedencia callejera: narices torcidas, dientes rotos y encaramados, miradas duras. Lo que no impide el brillo que asoma a los ojos cuando descubren lo que aún les queda de una niñez que se escurre como agua entre los dedos. 
Buena película. Rehuye los estereotipos de la violencia. Conmueve porque pervive un cierto candor que va y viene tanto en la mirada de Ayouch, como en  los niños actores  y en la nuestra.  

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